Construcción del socialismo (VII). El debate sobre la industrialización (2ª parte)

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… Viene de la Sexta Parte: Construcción del socialismo (VI). El debate sobre la industrialización (1ª parte)

EL DEBATE SOBRE LA INDUSTRIALIZACIÓN (2ª PARTE).
LAS TESIS DE PREOBRAZHENSKI

Desde la aprobación de la NEP (Nueva Política Económica) en 1921, algunos sectores del Partido Comunista se opusieron a ella, considerando que se convertía en una política incapaz de favorecer el desarrollo industrial. Con ocasión de la llamada Crisis de las tijeras, estos sectores incrementaron sus críticas, señalando que las nuevas condiciones de la agricultura significaban una creciente dificultad para el control del Estado sobre la economía.

El crecimiento de la renta agraria producía una nueva estratificación de clases en el campo. Los kulaks (campesinos ricos) alcanzaban niveles importantes de influencia social en la masa campesina y presionaban para que se suprimiese el monopolio estatal del comercio exterior. El sector privado obtenía amplios beneficios en los intercambios comerciales, impidiendo que el Estado captase esos recursos; mientras la industria sufría un fuerte deterioro de su capital fijo, que ni siquiera podía ser repuesto ante la carencia de fondos de acumulación.

Estos sectores fueron conocidos como la Oposición de izquierdas, cuya propuesta central era dar por finalizada la NEP y poner en práctica una auténtica estrategia para lograr la industrialización de la economía soviética. El economista soviético Yevgueni Preobrazhenski fue quien formuló la propuesta más elaborada sobre los planteamientos defendidos por la Oposición de izquierdas.

La tesis de Preobrazhenski se basaban en que para conseguir la industrialización a gran escala era necesario el incremento sistemático del fondo de acumulación socialista; es decir, de la acumulación de la industria estatal, sin que ello significase la reducción de la renta agraria. Para Preobrazhenski la acumulación socialista consistía en:

La sujeción a los medios de producción de la función de la sobreproducción que se crea en el interior de la economía socialista una vez formada, y que no servirá a una distribución suplementaria entre los agentes de la producción socialista y el Estado socialista, sino que es empleada en la reproducción ampliada.

Sin embargo, en aquel momento, no existía la posibilidad de generar esa dinámica de acumulación socialista debido a las condiciones de atraso en las que se encontraba la industria. Existía por tanto una situación transitoria y contradictoria, donde pugnaban dos sistemas económicos de signo antagónico:

  1. de un lado, la ley del valor que regulaba la economía mercantil y pretendía dominar el conjunto de la economía sometiendo el proceso de producción a la lógica del mercado y de la apropiación privada;
  2. de otro lado, la ley de acumulación socialista primitiva, que regula la economía estatal, “la acumulación en manos del Estado de los recursos materiales obtenidos principal o simultáneamente de fuentes situadas fuera del complejo de la economía del Estado”, según palabras del propio Preobrazhenski.

Si no existe capital extranjero en la economía, si el excedente generado por la industria es mínimo, entonces ¿dónde obtener recursos para iniciar la industrialización y ampliar esa dinámica de acumulación? A juicio de Preobrazhenski, el Estado soviético sólo podía obtener esos recursos de la agricultura mercantil, de manera que había que someter la producción agraria a las necesidades del desarrollo industrial.

Según Preobrazhenski, la NEP estaba provocando la desarticulación de la economía soviética, debilitando al propio régimen político, y abocaba hacia un proceso sin salida. Únicamente la “acumulación primitiva” podría conducir a la industrialización y al desarrollo económico. La planificación económica debería de convertirse en el instrumento fundamental para combatir la ley del valor, actuando como el regulador básico de la economía soviética con el fin de promover la acumulación socialista primitiva.

Para Preobrazhenski, la pequeña producción mercantil debería servir para impulsar la acumulación tanto capitalista como socialista, intentando que fuese el Estado quien obtuviese el mayor volumen de fondos para desarrollar la industria.

Por último, una vez establecida la prioridad del sector estatal, el siguiente dilema consistía en determinar el ritmo y las preferencias en el crecimiento de las diferentes ramas industriales; pudiéndose optar por aquellas que producen medios producción o bien por la que suministran bienes de consumo.

En coherencia con el discurso que propugna la industrialización acelerada, ello conduce a situar como prioridad el crecimiento de las ramas pesadas para alcanzar mayores tasas de crecimiento de producción y, en consecuencia, una ampliación de acumulación del sector. Esas ramas deberían recibir las mayores dotaciones de recursos productivos y su crecimiento serviría para garantizar el desarrollo de las ramas ligeras y de la agricultura, fortaleciendo así el conjunto de la economía socialista y garantizando su reproducción ampliada.

Secuelas de la polémica

Bujarin criticaba las tesis de la Oposición de izquierdas porque, a su juicio, significaban la ruptura de la alianza obrero-campesina (smitchka) y sostenía que eran el resultado de una visión corporativista y estática de la economía soviética. En su opinión, aquellas tesis no comprendían la importancia que la agricultura debía jugar en la estrategia para el desarrollo industrial, pues (según palabras de Bujarin) “Preobrazhenski no ha planteado siquiera el problema de la capacidad de absorción del mercado interior, que constituye, sin embargo, el problema central de nuestra economía”.

Por esa razón, Bujarin pensaba que la modificación artificial de la relación de intercambio —en favor de los precios de los bienes industriales— implicaba un freno para el crecimiento de la renta agraria y una garantía de continuidad para la estructura industrial. No se trataba de obtener el mayor beneficio por unidad de producción, sino un beneficio mínimo por unidad a través de la expansión del mercado; es decir, aumentando la velocidad de circulación y la utilización del capital.

Por su parte, Preobrazhenski criticaba a Bujarin argumentando que el apoyo a la alianza obrero-campesina debía representar una condición para el avance al socialismo, pero no un camino sin salida que hiciese inviable la estrategia socialista. En su opinión, la propuesta que él defendía para la industrialización acelerada de la economía era favorable a las aspiraciones de los campesinos porque les garantizaba un mayor suministro de bienes de consumo y de medios de producción, consiguiendo elevar su nivel de vida y la modernización de la agricultura.

El debate tenía una dimensión económica y otra política, donde se ponían en cuestión simultáneamente la función de la agricultura en un proyecto de industrialización y la necesidad de garantizar el apoyo del campesinado a la Revolución. Cada una de las posiciones en litigio valoraba de manera diferente los perfiles característicos de la estructura económica existente y, en consecuencia, propugnaban opciones estratégicas enfrentadas.

El XIV Congreso del Partido Comunista soviético, celebrado en 1925, debatió sobre la industrialización de la economía y resolvió proseguir con la estrategia de la NEP fundamentada en el crecimiento de la agricultura como base de la economía y dar preferencia —dentro de la industria— a las ramas productoras de bienes de consumo. Sin embargo, apenas unos meses más tarde se podía observar un cambio de actitud en los cuadros dirigentes de la economía soviética, que se decantaban por canalizar un mayor flujo de inversiones hacia la producción de medios de producción.

El mayor proceso de industrialización conocido

Las posteriores conferencias y congresos celebrados siguieron reiterando su apoyo a la NEP, pero la realidad de la economía demostraba un progresivo decantamiento hacia ramas productivas como la metalurgia, la industria mecánica y el sector energético. A pesar del incremento de las ramas pesadas de la industria, la economía soviética era predominantemente agrícola durante dicho periodo.

El XV Congreso del Partido Comunista, celebrado en diciembre de 1927, prosigue con la apuesta por la línea anterior, primando una política sin desequilibrios entre las secciones y sin desproporción entre la industria y la agricultura. Son el Comité Central celebrado en 1928 y la XVI Conferencia del Partido las que cimientan las bases políticas para el histórico viraje de 1929, año en el que se configura un giro definitivo en la política económica, dándose por superado el papel histórico jugado por la NEP. Es en ese año en el que se configurarán las tres características principales en las que la URSS basaría su desarrollo:

  • la industrialización acelerada,
  • la colectivización del campo,
  • la planificación de la economía.

Esta línea política está en la base del mayor proceso de industrialización conocido y convierte a la URSS en una potencia industrial antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.